martes, 21 de febrero de 2012


Sobre los héroes: Edad media, cristianización y paganismo

Tras la caída del Imperio Romano de Occidente, el oeste europeo fue invadido por pueblos que venían del norte, godos, vándalos y germanos tomaron posesión de el occidente europeo trayendo a estos pueblos nuevas costumbres y un nuevo modo de ver la vida.
Los pueblos de norte ya venían más o menos cristianizados y con una fuerte romanización así que las invasiones no fueron excesivamente violentas y los lugareños, cansados del corrupto sistema romano aceptaron de buen grado el nuevo sistema feudal (parecido a los foedus germanos) y las nuevas costumbres, modo de vida, etc. Como ya habíamos dicho en las consideraciones históricas, el cambio de sistema gubernamental provocó la necesidad de un héroe noble, pero esto no será hasta más adelante. Primeramente los primeros héroes de tipo cristiano en la Europa occidental fueron los dados por las invasiones árabes en la antigua Hispania.
Así surge por ejemplo el mito de Don Pelayo, rey godo en torno al siglo VIII en los que hoy en día es Asturias (España). Se tiene constancia por textos de crónicas de la existencia de un Cantar de Covadonga a día de hoy perdido, pero aún pervive el mito entre las gentes de lugar. Según la leyenda a este rey se le apareció la Virgen María en una cueva (aún se conserva el supuesto lugar) y ésta le dio un mensaje: los godos debían echar a los invasores musulmanes que venían del sur. El rey cogió a sus fieles seguidores y con la ayuda de las rocas desprendidas de lugar echaron a los invasores árabes que los superaban en número. Éste es un mito muy estudiado por los historiadores del lugar y lo que se estima que ocurrió en realidad es que al caudillo árabe no le interesaban demasiado las tierras, por tanto al ver la resistencia de los lugareños desistió.
Más adelante los cantares de Reconquista de tierras árabes por caudillos cristianos, dará lugar a muchos otros cantares de gesta como el Cantar de Mío Çid, el único que se conserva de esta época (en manuscritos tardíos del siglo XIV) y que ni siquiera está completo.
La influencia del Camino de Santiago en este tipo de literatura es muy grande y así es como hasta nosotros llega el Cantar de Roldán (la famosa Chançon de Roland) y todos los tópicos del Amor Cortés provenientes de la Pronvenza francesa. Este es un tipo de literatura de carácter fundamentalmente oral y así como en la literatura de rapsodas griegos, se repiten estructuras nemotécnicas muy similares como la repetición de tiradas de versos, de epítetos, etc. Así como otras nuevas técnicas como la rima en asonante que contribuían a fijarse mejor en la memoria de quien recitaba:




Prisieron Çebolla e quanto que es i adelant
miedo an en Valençia que no saben que se far;
las nuevas de mio Çid, sabet, sonando se van.

Sonando van sus nuevas, alent parte del mar;
alegre era el Çid e todas sus compañas,
que Dios le ayudara e finiera esta arrancada.
[1]
Más adelante en la literatura española se escribirá Las Mocedades de Rodrigo, un poema que trata sobre la juventud de héroe, es típico de la literatura medieval continuar la obra de un poeta años después de su divulgación, así como también se continuaron los relatos de la materia de Bretaña (más abajo se hablará de ello). Esta tradición seguirá en la literatura española como veremos en las Sergas de Esplandián, continuación del Amadís de Gaula o incluso con el Quijote de Avellaneda. El Cid retratado en las Mocedades de Rodrigo, no es el mismo gran héroe, comedido y justiciero, gran guerrero y lleno de virtudes que se nos presenta en el Cantar de Mio Çid, sino un joven arrogante y respondón que se enfrenta al criterio del rey e incluso al del Papa. Esto nos deja claro que la necesidad del un héroe era cada vez menor en una sociedad que cada día se acercaba más a la monarquía absoluta.

Oítme, dixo, amigos, parientes e vasallos de mi padre:aguardat vuestro señor sin engaño e sin arte;si viéredes que el alguazil lo quisiere prender, mucho apriesa lo matat:¡tan negro día haya el rey como los otros que ahí están!non vos pueden dezir traidores por vos al rey matar (...)[2]

Por otro lado, la nueva concepción del amor que surge en la Provenza en el siglo XI, infecciona la literatura francesa y la británica de la época. Es de mencionar el famoso Ciclo Artúrico en el que se nos presenta el reino de un supuesto monarca cuya corte se sitúa según los escritos en Camelot, y del que no se tiene ningún dato seguro sobre si su existencia fue real o no. Del mito de Arturo surge mucha polémica ya que el mito original está plagado de personajes oscuros pertenecientes al paganismo, como brujas (la misma hermana de Arturo, Morgana) y magos (el célebre Merlín). Los cristianos que retomaron esta temática dieron poco a poco, un sutil giro a las tramas caballerescas llevándolas hasta la culminación de la caballería celestial, esto es la búsqueda del Santo Grial, que no es otro que, según los relatos cristianos, el cáliz de la Última Cena.
Uno de los más importantes representantes de la literatura artúrica es Chrétien de Troyes, oriundo de la Champaña francesa y considerado el primer novelista francés; trabajaba a las órdenes de Felipe de Flandes en el siglo XII. Es muy interesante analizar la obra de Chrétien porque en la evolución del propio autor se puede apreciar la evolución misma del caballero. En torno a los caballeros del rey Arturo existe toda una mitología en la que inspiran gran cantidad de obras, ensayos, etc. Desde nuestro punto de vista existen dos tipos de caballeros: por un lado está el caballero cortés, influenciado por la corriente provenzal del amour courtois, es un hombre que por amor y fidelidad a su dama corre todo tipo de aventuras con el fin de buscar el agrado de ésta y de su rey. Caballeros de este tipo son por ejemplo Galván (Sir Gawain) y Lanzarote (Sir Lancelot). Este tipo de aventuras son con las que Chrétien empieza su obra, pero según va madurando tanto su técnica narrativa como su formación, el caballero ideal va sufriendo poco a poco una transformación que culminará con la creación del cuento del Grial y con él el caballero Perceval, el puro. Perceval va más allá en la Búsqueda. La Queste, se transforma en una búsqueda mística, el puro es el único capaz de encontrar el Santo Grial que pasa a ser un objetivo místico más que un cáliz. La novela de Chrétien queda inconclusa y será terminada por muchos otros autores que continuarán con el tema aunque ninguno queda a la profundidad que el Perceval de De Troyes tiene. También el Grial es hallado por Galaad, el casto. Con esto se añade una nueva característica al héroe: la altura moral, además de valiente, buen luchador, cumplidor con una causa (su rey, su pueblo…), ha de ser puro[3].



[1] [Conquistada queda Puig y sus alrededores. En Valencia nadie sabe qué hacer de miedo y por todas partes va sonando la fama del Cid/La fama llega hasta allende el mar. El Cid y sus compañeros dan gracias a Dios que los ayuda en la guerra.] Cantar de Mío Cid, ed. Menéndez Pidal, prosificación moderna de Reyes, A., Madrid, Espasa, 1995
[2] Menéndez Pidal, R., Cantar de Rodrigo y el Rey Fernando, Madrid, Espasa, 1951
[3] García Gual, C., Historia del Rey Arturo (análisis de un mito literario), Madrid, Alianza, 1983

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